Detrás de una noche interminable, suele venir un día al que le cuesta empezar. Tardan los músculos en calentarse, tarda el estómago en asentarse y admitir algo más consistente que un vaso de agua, tarda la mente en centrarse y decidir a qué vamos a dedicar el día, tardan las ideas en traducirse en palabras, tarda la garganta en aclararse y hoy, en concreto, hasta el ordenador ha tardado en arrancar.
Pero, afortunadamente, mi primer pensamiento del día en cuanto abro los ojos, mantiene su puntualidad británica: ella, mi princesa, mi amor.
Pero, afortunadamente, mi primer pensamiento del día en cuanto abro los ojos, mantiene su puntualidad británica: ella, mi princesa, mi amor.
2 comentarios:
:)
Anda mira. Lo mismo me pasa a mí. ¡Qué casualidad!.
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