A falta de la medicación que tengo que ir a comprar mañana, ya casi tengo la maleta preparada y es, justo ahora, cuando pienso en todo lo que van a cambiar mis rutinas a partir de mañana por la noche.
No es la primera vez que viajo, desde luego, pero sí la primera vez que hago un vuelo tan largo, la primera vez que viajo a un país totalmente diferente a éste, la primera vez que viajo con un grupo organizado y, aunque me he procurado leer todo lo que ha caído en mis manos sobre la India y he hablado con personas que han viajado allí, mi mente se empeña en hacer tabula rasa de todo lo aprendido e insiste en mantener la incertidumbre ante todo lo que me voy a encontrar allí.
Ahora es cuando me doy cuenta de que, cosa rara en mí, he acabado haciéndome adicta a mis rutinas, a la sucesión casa-trabajo-casa, a seguir los mismos rituales a la hora de escribir, a intentar mantener todo bajo control para ser yo, y sólo yo, quien lo descontrole cuando quiera, a saber dónde encontrar cada cosa, a tener a mano todos los recursos, a poder comunicarme con mi princesa siempre que me apetece...
Pero también ahora es cuando voy a tener una ocasión única para desconectar de todas las ansiedades y malos rollos creados por el trabajo, para conocer una cultura y forma de vida diferentes a la mía, para dejarme llevar y aprender a confiar en lo que me rodea, para liberarme de la necesidad de controlarlo todo, para abrir mi mente y nutrirme de experiencias que podré contar a la vuelta y que me podrán inspirar algún poema o relato, para hacer una verdadera cura de humildad y para que, a la vuelta, valore de verdad todo lo que tengo.
Sé que extrañaré mi almohada, mi ordenador, y, sobre todo, el poder llamar a mi princesa en cualquier momento, pero también sé que éste es un viaje de los que sólo se hacen una vez en la vida y que, personalmente, me va a enriquecer muchísimo.
Nos vemos a la vuelta. Sed felices.
No es la primera vez que viajo, desde luego, pero sí la primera vez que hago un vuelo tan largo, la primera vez que viajo a un país totalmente diferente a éste, la primera vez que viajo con un grupo organizado y, aunque me he procurado leer todo lo que ha caído en mis manos sobre la India y he hablado con personas que han viajado allí, mi mente se empeña en hacer tabula rasa de todo lo aprendido e insiste en mantener la incertidumbre ante todo lo que me voy a encontrar allí.
Ahora es cuando me doy cuenta de que, cosa rara en mí, he acabado haciéndome adicta a mis rutinas, a la sucesión casa-trabajo-casa, a seguir los mismos rituales a la hora de escribir, a intentar mantener todo bajo control para ser yo, y sólo yo, quien lo descontrole cuando quiera, a saber dónde encontrar cada cosa, a tener a mano todos los recursos, a poder comunicarme con mi princesa siempre que me apetece...
Pero también ahora es cuando voy a tener una ocasión única para desconectar de todas las ansiedades y malos rollos creados por el trabajo, para conocer una cultura y forma de vida diferentes a la mía, para dejarme llevar y aprender a confiar en lo que me rodea, para liberarme de la necesidad de controlarlo todo, para abrir mi mente y nutrirme de experiencias que podré contar a la vuelta y que me podrán inspirar algún poema o relato, para hacer una verdadera cura de humildad y para que, a la vuelta, valore de verdad todo lo que tengo.
Sé que extrañaré mi almohada, mi ordenador, y, sobre todo, el poder llamar a mi princesa en cualquier momento, pero también sé que éste es un viaje de los que sólo se hacen una vez en la vida y que, personalmente, me va a enriquecer muchísimo.
Nos vemos a la vuelta. Sed felices.
1 comentario:
Tal vez no es solo una vez en la vida... Eso nunca se sabe.
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