sábado, 21 de marzo de 2009

¿TAMBIÉN LA SUYA?.

"En el fondo de su corazón, las mujeres saben que han pagado a un señor para que acabe con la vida de su hijo"

(Ignacio Arsuaga, presidente de Hazte Oir)

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Antes de 1985, no todas las mujeres pagaban a un señor. La mayoría utilizaba métodos más económicos: infusiones de ruda y perejil, tirarse por las escaleras o meterse una aguja de hacer punto.

Me sigue sorprendiendo la cerrazón que, después de veinticuatro años, ciertos colectivos siguen teniendo sobre el aborto y no voy a volver a entrar en disquisiciones morales ni en intentar demostrar la cuadratura del círculo.

No se trata de decidir sobre lo que las mujeres deban o no deban hacer. Se trata de que cada persona decida lo que debe hacer de una manera libre y responsable.

¿Que el aborto le parece un crimen? Pues muy bien, nadie le obliga a abortar. ¿Que las relaciones sexuales, según usted, sólo tienen un fin procreativo? Pues muy bien, aparéese usted cuando le toque y cárguese de hijos si le apetece, pero deje que los demás vivan su sexualidad de una manera satisfactoria y respetuosa con su pareja, que decidan o no tener hijos y que pongan los medios a su alcance para cualquiera de las dos opciones. Y sobre todo, no obligue a una mujer violada a "quedarse con el regalito".

Si todas las personas tuviesen acceso a una información fidedigna, si todos nos respetásemos más los unos a los otros en todos los aspectos de la vida, si todos nos dejásemos de discursos vacíos y estuviésemos más dispuestos a ser parte de la solución en vez de ser parte del problema, seguramente se practicarían menos abortos. Pero mientras nada de esto ocurra, no nos quedará más remedio que disponer de una ley que permita abortar con, al menos, unas ciertas garantías de seguridad, salubridad y dignidad.

1 comentario:

pon dijo...

Amén guapa!!!