domingo, 16 de enero de 2011

REBELDÍA E INSURGENCIA

De poco sirven los actos puntuales si no van acompañados de un compromiso a largo plazo. Las protestas se quedan en palabras vacías si no preceden a una acción continua e infiltrante. Una revuelta que acaba cuando sólo se ha conseguido derribar la punta del iceberg se convierte en simples fuegos de artificio.

Necesitamos una insurección que no sólo apague incendios cuando éstos ya han arrasado la mitad del bosque sino que trabaje en la construcción de cortafuegos y se ocupe de mantenerlos despejados.

domingo, 9 de enero de 2011

RODEADA DE GILIPOLLAS

"No considero que la opción sea ser feminista o no serlo, hoy la cuestión es ser feminista o gilipollas"
(Alicia Giménez Bartlett)


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Evidentemente, yo debo estar rodeada de gilipollas y no me refiero sólo al hecho de que, por desgracia, aún pululen hombres que nos sigan considerando a las mujeres como enemigas naturales o, en el mejor de los casos, como esas pobrecitas que no les llegan a ellos ni a la suela del zapato.

Hace tiempo que me he acostumbrado a ponerles una sonrisita condescendiente a todas esas personas, mujeres incluidas, que no comprenden el verdadero significado de utilizar un lenguaje inclusivo, que encuentran divertidos los anuncios de Axe, que me corrigen cuando al dirigirme al personal del departamento que dirijo -33 mujeres y 4 hombres- lo hago utilizando el genérico femenino, que se les llena la boca de decir lo que ayudan a sus mujeres en casa (o lo que les ayudan sus maridos a ellas) o que me miran raro cuando cambio el garrafón de la fuente de agua de la oficina apoyándolo en una silla en vez de pedir ayuda a un hombre.

Sí, hace ya mucho que no discuto con ellas. Sólo les echo una mirada de conmiseración mientras pienso "sois gilipollas".

sábado, 8 de enero de 2011

¿ERA ESO? PUES VAYA...

No debería sorprendernos en sí el hecho de que la Concejalía de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Madrid haya decidido abrir un expediente sancionador a la organización del Orgullo LGTB 2010 por exceso de ruido. A fin de cuentas, dicho consistorio está gobernado por un partido que insiste en considerarnos ciudadanía de segunda y cualquier excusa puede resultar admisible si el fin es socavar cualquier demostración de visibilidad de un colectivo que le resulta incómodo.

No obstante, deberíamos sentir una gran indignación ante lo que, a mi modo de ver, supone un claro agravio comparativo con respecto a otras manifestaciones igualmente autorizadas por el ente público, lo cual demuestra una homofobia institucional ante la que no podemos guardar silencio.

Sin embargo, dicha indignación aumenta, en mi caso, cuando el grado de mercantilización que ha alcanzado en los últimos años este evento se hace patente en las declaraciones del coordinador de MADO (Madrid Orgullo) que obvian el verdadero motivo de esta discriminación.

No podemos permitir que el Orgullo sea tumbado por el poder gobernante sea cual sea la excusa que esgrima pero tampoco debemos olvidar su esencia reivindicativa más allá de la lúdico-festiva y, sobre todo, económica.

Como lesbiana, no me siento representada por alguien cuyo único argumento en favor del Orgullo y en contra del expediente sancionador se reduce a los beneficios económicos que trae consigo la celebración de dicho evento.

Como libertaria, me niego a que aquí también se me considere un mero elemento de producción en favor del capital.

martes, 4 de enero de 2011

VIVIENDO UNA MENTIRA

“El ‘ministro’ de la familia en el gobierno del Papa, el cardenal Antonelli, me comentaba hace pocos días en Zaragoza que la Unesco tiene programado para los próximos 20 años hacer que la mitad de la población mundial sea homosexual. Para eso, a través de distintos programas, irá implantando la ideología de género, que ya está presente en nuestras escuelas”.
(Demetrio Sánchez, obispo de Córdoba)
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Hay frases que no sabes si te duelen más por la sentencia en sí o por quien lo dice y, teniendo en cuenta que de las altas jerarquías católicas sólo se pueden esperar dislates como éste, me diréis que no debería sorprenderme de que un obispo suelte tal barbaridad.

Pues bien, me duele porque, aquí donde me veis más roja que un camión de bomberos, yo tuve mi época creyente en la que daba catequesis, participaba en convivencias -en alguna coincidí con Demetrio Sánchez cuando era un simple coadjutor de parroquia y me parecía un tío majo dentro de lo majo que puede llegar a ser un cura- y me sentía casi feliz porque allí se hablaba de amor incondicional y de bondad y yo me lo creí.

Hace mucho que me alejé de la iglesia porque si realmente existe ese dios del que hablan le debo el don de tener un espíritu crítico a prueba de balas. Quizás por eso empleé a fondo dicho talento en cuestionarme la paradoja que suponía predicar una cosa y vivir otra totalmente diferente.

Pero ahora, treinta años después, leo esta frase de aquel entrañable Don Demetrio y me duele porque esta vez no es sólo un dislate más de la jerarquía católica. Para mí es un recordatorio más de que en su día me mintieron y yo les creí. Y es que no hay nada más decepcionante que descubrir que has estado viviendo una mentira.