Sólo han pasado dos días y los sentimientos, aún tan calientes, le queman tanto que aún no puede llamarlos recuerdos, pero yo no sé qué decirle.
No puedo decirle que su dolor es el mío porque yo no soy él, ni puedo decirle que la vida sigue porque los dos sabemos como acaba. No puedo consolarlo porque no tengo en mis manos lo que él desearía más que nada en el mundo, ni puedo preguntarle qué tal está porque si sé que en estas circunstancias no se está bien, ¿para qué coño hacer preguntas estúpidas?
Sólo puedo escucharle cuando recita poemas, sonreír cuando me enseña fotos y esconder las lágrimas que asoman cuando lo siento llorar y no sé qué decirle.
No puedo decirle que su dolor es el mío porque yo no soy él, ni puedo decirle que la vida sigue porque los dos sabemos como acaba. No puedo consolarlo porque no tengo en mis manos lo que él desearía más que nada en el mundo, ni puedo preguntarle qué tal está porque si sé que en estas circunstancias no se está bien, ¿para qué coño hacer preguntas estúpidas?
Sólo puedo escucharle cuando recita poemas, sonreír cuando me enseña fotos y esconder las lágrimas que asoman cuando lo siento llorar y no sé qué decirle.
3 comentarios:
Bárbara, preciosa, no sabes con cuántas ganas se quedó de haberte podido saludar en Santander. Muchísimas gracias por seguir haciéndome llorarle y por hacernos sentir tan queridos.
"Sólo" estar es tanto...
Gracias por seguir ahí. Con todos.
Miles de abrazos, buena amiga.
Hola, Frantic. Soy Victoria. No sé si recuerdas mi blog "Cicatriz de pirata". Decidí cerrarlo en junio. El caso es que me gustaría compartir algunos escritos y no encuentro tu correo por ningún sitio. No sé cómo ponerme en contacto contigo. Claro, tampoco sé si te interesa...Bueno, ya me contarás. Un saludo.
Publicar un comentario