No me vale el manido argumento de que los toros de lidia están entrenados para morir en el ruedo, ni que, como siempre, se utilice a los trabajadores como excusa para mantener una pretendida tradición "cultural".
Reconozco que la tauromaquia puede tener un componente estético-festivo nada desdeñable pero, al margen de eso, sigo sin comprender qué se puede aprender de una persona que tortura a un animal con la excusa del espectáculo.
Ya que se defiende tanto el concepto de tauromaquia como cultura, permitidme una recomendación que aúna cultura y tauromaquia: leed "Sangre y arena" de Vicente Blasco Ibáñez. Pero no vale conformarse con ver la película, especialmente, si se trata del crimen perpetrado por Javier Elorrieta.
3 comentarios:
Yo puedo entender facilmente la estética del torero, de la danza con el toro, el ritual..........pero lo que no entenderé jamás es que para todo esto sea necesario torturar a un animal y ejecutarlo publicamente.
Ni yo tampoco, Pon, ni yo.
Esta "cultura de la muerte" nos da una imagen terrible fuera: muy fuerte y también grotesca.
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