Esta tarde he ido a ver, por fin, "Los mundos de Coraline", la deliciosa película de animación de Henry Selick. Tenía muchas ganas de verla desde que la vi anunciada y no sólo por ser una freakie de todo lo que huela a Tim Burton o similares sino porque el personaje de Coraline me parece tan familiar y entrañable...
A mis cuarenta y cuatro años son ya incontables las ocasiones en las que me he sentido tan pequeña, tan invisible y tan poco querida, que he hecho todo lo posible por crearme un mundo alternativo donde subvertir esa situación tan depresiva. Quizás esa es la razón por la que comencé a escribir. Me gustaba cerrar los ojos e imaginar las sensaciones que me produciría encontrarme en otro lugar, en otra época, en otras circunstancias... Luego, cogía mi cuaderno y anotaba todo lo que se me ocurría y, de ahí, surgían relatos, poemas o, simplemente, sueños.
Esta afición por crearme mundos paralelos ha sido la que me ayudó a vencer el cáncer, sólo tenía que imaginar cómo me sentiría sin la enfermedad; la que, cuando algún ser querido se ha ido para siempre, me ha dejado su voz y su aroma en forma de poema; la que, cuando aquella maravillosa mujer decidió crear su propio mundo paralelo en el que no había sitio para mí, me dejó el recuerdo de los momentos felices como musa que susurraba en mi oído las palabras justas para mis mejores relatos....
Me he hecho mayor pero, aunque he aprendido a vivir en este mundo real y a intentar que sea cada día un poco menos inhóspito, todavía me sigo escapando a esos otros mundos donde me siento grande y muy querida.
Hoy me he colado en los mundos de Coraline para descubrir que Coraline soy yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario