martes, 4 de febrero de 2014

CUANDO LA CONFIANZA SÓLO ES CUESTIÓN DE UN NOMBRE

Hace más de veinte años, el nombre de Woody Allen saltó a los medios por algo más que su cine y sus neurosis. La relación del cineasta con Soon-Yi, hija adoptiva de Mia Farrow, desembocó en el divorcio del entonces matrimonio en medio de una serie de acusaciones de pederastia hacia  Allen cuya víctima había sido Dylan Farrow; acusaciones que no pudieron ser demostradas y cuyo proceso acabó con la absolución del director.

Ahora, Dylan Farrow ha hecho públicos los abusos que supuestamente sufrió en aquella época y me estoy encontrando con una división de opiniones entre las que yo no me voy a posicionar hacia ninguno de los lados.

Si bien no es difícil caer en la tentación de acusar a Farrow de oportunismo, considerando que toda persona es inocente mientras no se demuestre lo contrario, también debemos tener presente que una sentencia absolutoria no siempre demuestra la inocencia del acusado sino la imposibilidad de demostrar los hechos imputados por parte de la acusación.

Ahora bien, sin quitar ni poner rey, y poniendo en cuarentena tanto a uno como a otra, no puedo dejar de hacerme una pregunta importante: ¿nos cuestionaríamos la veracidad de este caso si el acusado fuese un ciudadano anónimo en vez de un afamado director de cine? Todo esto me recuerda el apoyo que recibió Roman Polanski, a quien como director siempre he admirado, ante su detención por un caso de abuso sexual ocurrido en los años setenta y reconocido por él mismo,  y, sinceramente, me duele constatar que la confianza otorgada sólo dependa de un nombre.

1 comentario:

Karlos dijo...

Me gustas, suelo leer tus pensamientos y me gusta como los plasmas.
Dicho esto. Y estoy totalmente de acuerdo en que si actuaríamos igual si de un anónimo se tratara, y tal, y tal pero creo que el peso de la fama es lo que lleva. ¿Mundialmente famoso? Mundialmente nos enteramos. ¿que no lo eres? se entera tu vecino el de tres puertas más arriba y cuatro más.
He tenido la suerte de conocer en la vida a muchas personas de todos los colores y con diferencia y por motivos laborales, muchos más hombres que mujeres.
Este tipo para mí, desde que saltó el escándalo hace muchos años, aquel de que si se acostaba con su hija y que para él era algo natural y bla, bla, bla, no me cayó nada bien.
Que hoy diga la que era una niña que empezó a tan corta edad el tema, insisto, a mí, no me ha sorprendido.
Tiene el estereotipo del hombre cerdo, ese con el que vas por la calle hablando y de repente se vuelve a mirar el culo de la moza que acaba de pasar dejándote con la palabra en la boca y empezar a decir cerdadas. Esa mirada cerda cuando te vas a tomar una cerveza y la chica se agacha a la cámara y asoman tetas y parecen babear. Esos tipos a los que les dices que frecuentas playas nudistas porque no soportas las convencionales y te sueltan preguntas como;"¿y van tias buenas? osea ¿jovenes? y están ahíííí, ¿en pelotas? yo no podría me empalmaría". Y te dejan con la boca abierta.
En fin, que no pretendo nada más que ilustrar momentos frecuentes que desde siempre hasta hoy, éste que te escribe ha vivido y que me permite decir que existe el hombre cerdo. No quiero resultar soez.
Leyendo esto algún hombre me entenderá, otros se pueden sentir identificados (el porcentaje es importante) y alguna mujer espetará ¿qué me vas a contar a mí? ¡Te puedo contar mil casos!

Quien me conoce sabe que detesto esa forma de actuar porque me ofende desde el momento que me avergüenzan esos actos y los llevo viendo toda la vida.
Pero bueno, aunque a mí me parece que tiene casi un 98 por ciento de hombre cerdo, por cómo lo veo y por todo lo que durante esos años de juicios ha salido de él, no deja de caerme muy de lejos y puede que sólo sean eso, estereotipos de lo que mi yo detesta y quizá no se lo merezca por ser una persona estupenda ¡qué sé yo! Al igual que a ti me cuesta posicionarme pero yo a él no me lo creo, me cuesta creérmelo.

Encantado de asomarme a tu ventana y soltarte tremenda chapa.

Hasta la próxima.