miércoles, 24 de agosto de 2011

LOS LIBROS QUE HE LEÍDO

"Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído."
(Jorge Luis Borges)

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Nunca se me había ocurrido anotar los títulos de los libros leídos hasta que empecé a participar en los retos de Bookcrossing. Sin embargo, se ha acabado convirtiendo en una costumbre que tengo ya arraigada desde hace varios años, y no es por epatar a nadie, a fin de cuentas no me considero superior a nadie por leer más o menos.

De vez en cuando, me gusta pensar en los libros que he leído, igual que recuerdo los lugares en los que he estado, evoco los besos que he dado y me emociono con las canciones que he escuchado.

Encuentro un delicioso placer comparando las sensaciones que me produjeron cuando los leí con el recuerdo que actualmente guardo de ellos. Pienso en las distintas maneras en que llegaron a mis manos, en las personas que me hablaron de ellos, en los actos en los que fueron presentados, en los lugares en los que he liberado muchos de ellos, en los libros que he prestado y no me han sido devueltos, en los momentos vacíos que he podido llenar gracias a páginas y páginas, en todo lo que he aprendido...

Pero pienso, sobre todo, en que no son nada si los comparo con todos los que me gustaría llegar a leer y sé que una vida no será suficiente para disfrutar de tantos como hay escritos.

Por eso sé que mi estante destinado a los libros pendientes de lectura nunca se verá vacío.

sábado, 20 de agosto de 2011

DIA AVESTRUZ

"Hoy tengo un día avestruz
de esos que no me salvas ni tú,
un día difuso,
marchito y obtuso,
hoy tengo un día avestruz" 

(María José Hernández)
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Hoy he preferido huir del estragamiento ad nauseam que me produce abrir la prensa y ver únicamente cómo se hace la pelota a quien sólo ha venido a insultarnos, aliviarme la afonía producida después de tantos días de intentar hacerme oír por encima del ruido de tantos rosarios arrastrándose por el suelo y esconderme de tanto mamporrero como hay suelto pendiente de que la voz de su amo les diga cuándo atacar.

Me ha parecido más útil evadirme entre frutas y verduras ecológicas, comprarme mis mejunjes no testados en animales y dejar que unas manos embadurnadas de crema le diesen una alegría a mi rostro ojeroso y ajado por el insomnio y las lágrimas.

Me ha alimentado más comerme un helado mientras paseaba por la Magdalena y el Gancho para reencontrarme con una vida en color más allá del blanco y negro y del azul y amarillo y confirmar que, pese a todo, éste sigue siendo mi sitio y que, quien quiera que venga dentro de tres meses, me seguirá encontrando armada con mi cuchillo cebollero calado en el palo de la fregona, defendiendo una de las parcelitas más limpias de la ciudad: la que yo friego diariamente aunque los bestias de siempre insistan en seguirla pisando.

jueves, 18 de agosto de 2011

¿TESTIMONIO?

Han pasado ya casi treinta años pero aún recuerdo que éramos jóvenes, estudiábamos, nos empezábamos a cuestionar a qué nos íbamos a dedicar en el futuro pero nos considerábamos hij@s privilegiad@s de la Santa Madre Iglesia. Por eso, dábamos catequesis antes de la misa del domingo y cantábamos en el coro. Nos íbamos de campamento en verano y hacíamos convivencias y ejercicios espirituales un par de veces al año.

Nos reuníamos con cierta frecuencia a hablar de todo lo divino y humano en aquel cuartito de la parroquia en la que, muchos domingos por la tarde, nos juntábamos además para estudiar, echarnos unas risas, tocar la guitarra y cantar, y acabábamos por irnos a Alboraya a tomarnos un chocolate.

Sí, éramos jóvenes de barrio obrero y comprometid@s con las enseñanzas de la ICAR, pero éramos sobre todo personas.

Teníamos la costumbre de celebrar todos los meses una pequeña fiesta de cumpleaños en la que l@s homenajead@s de turno preparaban una sencilla merienda a base de patatas fritas, sandwiches, refrescos, alguna tortilla preparada por alguna madre y algún dulcecito. El resto poníamos dinero y comprábamos de regalo algo al alcance de las pequeñas economías que teníamos como los estudiantes que éramos.

Pero las cosas comenzaron a cambiar cuando llegó el nuevo coadjutor con sus hermanas. Empezamos por dejar de ir a tomarnos el chocolate cuando era cuaresma ("es que es tiempo de sacrificio" nos decían), empecé a tener que aguantar malas caras por ser la única que tomaba cerveza mientras los demás no pasaban de la horchata y el limón granizado (no me gustan nada, lo siento) o por preferir a Barón Rojo antes que a Brotes de Olivo.

Un buen día, en la primera reunión tras las vacaciones de verano, el cura planteó que sería conveniente destinar el dinero dedicado a los regalos de cumpleaños a un fondo de emergencia por si alguna persona necesitada del barrio lo requería. Teniendo en cuenta que soy la mayor de siete hermanos y que, por motivos que no vienen al caso, la situación económica en casa era en aquellos momentos bastante agobiante, no pude evitar preguntarme si la compra de libros de texto también se consideraba primera necesidad pero, como se supone que siempre hay quien está peor, me callé y acepté la propuesta del cura, tal y como hizo el resto. Pero no todo quedó ahí.

Dos semanas después organizamos el primer cumpleaños del curso tal y como era nuestra costumbre. Las monjas nos habían traído caramelos, teníamos una mesa llena de comida y yo esperaba con ilusión el momento de los dulces para hincarle el diente a la famosa tarta de piña que Amelia preparaba como nadie. Estábamos pasándolo estupendamente, como l@s jóvenes ilusionad@s que éramos, cuando entró el cura en el salón y nos empezó a soltar un sermón sobre la gente que iba de vez en cuando a la parroquia a pedir para un bocadillo y lo poco testimonial que resultaba que nosotr@s estuviéramos allí haciendo alarde de tanta opulencia (joder, eran unas simples chucherías). Las hermanas del cura empezaron a soltar "lagrimones compasivos" y el resto nos quedamos como niñ@s a quienes les acaban de quitar un caramelo (nunca mejor dicho). Por supuesto, allí terminó la fiesta. Las hermanísimas decidieron que los dulces se guardarían para dárselos a los pobres y el resto nos quedamos con cara de gilipollas.

Ahora, leo en las noticias todo lo que se está montando para que la máxima autoridad de la ICAR pueda lucirse bien ante la juventud católica y todo lo que se está haciendo para que personas que tienen el suficiente poder adquisitivo como para venir a desde fuera a pasar una semana de vacaciones, cosa que no teníamos nosotr@s en aquellos años, se gasten el mínimo dinero posible mientras tenemos cinco millones de parados, la educación y sanidad pública se están yendo a la mierda por falta de recursos y tenemos una política socioeconómica totalmente impropia de un gobierno que dice ser socialista. Me cabreo enormemente porque pienso que esto sí es realmente poco testimonial y porque me juego el postre de hoy a que ese cura con sus hermanas serán los primeros que no se perderán todo ese jolgorio.

Pero era más facil aguar la fiesta de cumpleaños a un@s jóvenes ingenu@s.

Por cierto, los dulces fueron a parar a una familia cuya madre salía ese mismo día del supermercado con unas bolsas llenas de leche Pascual y flanes Danone, cosa que ni en mi casa ni en la de mi amiga Pilar veíamos ni por asomo.

jueves, 11 de agosto de 2011

A VUELTAS CON EL TAMAÑO

¿Por qué, ahora que los reproductores de música portátiles son cada vez más pequeños, la peña lleva puestos unos auriculares tan grandes?

miércoles, 10 de agosto de 2011

REBOTANDO Y PONIÉNDOME EN PIE

"Dando tumbos yo sigo bailando, rebotando, como una pelota contra la pared"
(Los Especialistas)

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A veces, me siguen doliendo los huesos. De vez en cuando, me fallan las articulaciones, apoyo mal el pie, doy tumbos, trastabillo, resbalo, tropiezo, pierdo el paso, me caigo de cualquier manera, ruedo por las escaleras, me levanto con chichones y moraduras...

...pero yo sigo bailando.

martes, 9 de agosto de 2011

LIMPIANDO IMÁGENES PARA LA VISITA DEL PAPA

Espero que el título no induzca a error y os haga pensar que mi deformación profesional me ha llevado al punto de mandar coger la bayetita, el trapo de algodón, el limpiametales o el detergente con pH neutro y dar un repaso a las imágenes religiosas de las iglesias madrileñas. Simplemente me hago eco de la preocupación que, por parte de los estamentos políticos y religiosos, le ha entrado ahora a todo el mundo -bueno, a su pretendido ombligo- con la imagen que Madrid tiene que dar ante los miles de fans que van a venir la próxima semana a disfrutar de la gira de B-16.

Mala imagen dan l@s acampad@s en Sol como si no hubiera chabolas en La Celsa o en Orcasitas durante todo el año, pero claro, no tienen ninguna intención de llevar allí al papa no sea que se manche sus zapatitos rojos o que se encuentre con que le han robado el Papamóvil pieza por pieza para venderlo como chatarra.

Mala imagen daría una huelga de transporte público durante los días que dure la rave pero no me digáis que no se llevarían una buena impresión si se dijese a nuestros visitantes que su billete de metro será mucho más barato gracias a que el resto de la ciudadanía va a abonarles la diferencia y que podrán alojarse en centros públicos por 10 € la noche gracias al personal que ha sacrificado sus vacaciones para atenderlos a ellos.

Pero hay algo que seguro que no han pensado y es que esta campaña de limpieza de imagen se les puede volver en su contra. Estas jornadas tendrán una amplia cobertura mediática por todo lo largo y ancho de este mundo y dar una imagen de opulencia, de que en España no pasa nada y de que aquí se atan los perros con longaniza nos va a hacer un flaco favor. Espero que luego no se quejen si la UE y el FMI nos exige mayores esfuerzos y empiezan a llegar más inmigrantes en busca de la tierra prometida. Y es que no hay mayor dislate que aparentar lo que no se es.

viernes, 5 de agosto de 2011

JA, LO DIRÁS TÚ

"Doscientas personas no pueden poner patas arriba una ciudad"
(Alfredo Pérez Rubalcaba, ex-ministro de Interior y candidato del PSOE a la presidencia del gobierno)

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Tiene usted toda la razón. Doscientas personas no pueden revolucionar una ciudad de esta forma: deben hacerlo.

Mientras trescientas cincuenta personas puedan decidir los designios de la ciudadanía anteponiendo los intereses de la banca, la iglesia y la gran empresa....

Mientras una sola persona pueda conseguir que se gasten cincuenta millones de euros del erario público para que la gente lo vaya a ver...

Mientras once personas logren que, por ganar un trofeo tras correr detrás de un balón, se corten avenidas, se destrocen mobiliario urbano y propiedades privadas y se deje todo hecho un asco...

...doscientas personas serán pocas para poner patas arriba una ciudad.

martes, 2 de agosto de 2011

QUERERSE MÁS PARA QUERER MEJOR Y SER MÁS QUERIDA

Nos han enseñado siempre a las mujeres que el amor consiste en poner la otra mejilla, en guardarnos las sobras para comer y en caminar dos pasos por detrás del otro. Según esos cánones sólo ama quien perdona incluso lo imperdonable, quien se sacrifica y quien pone al prójimo siempre en primer lugar.

Sin embargo, nunca nos enseñaron que el verdadero amor comienza por una misma y que su reflejo en los demás es lo que luego se nos devuelve multiplicado.

Me ha costado muchos dolores y lágrimas aprender que el mundo no se para porque yo diga "no", que pocas cosas son cuestión de vida o muerte y que la felicidad ajena depende de cada persona, igual que la mía propia depende sólo de lo que yo haga por crearla.

Quererse mucho no es caer en la egolatría ni ser intolerante a la frustración que crea el no poder conseguir siempre lo que se quiere. Quererse mucho es tratarse bien, despegarse de los objetos que nos estorban y de las personas que nos absorben, cuidarse como cuidariamos de un ser querido, atrevernos a hacer cosas que nos hagan sentir bien y procurarnos momentos felices con la mayor frecuencia posible.

Quererse mucho es felicitarse de corazón cuando nos salen las cosas bien, darnos apoyo y disponernos a solucionar los problemas cuando hemos hecho algo mal y tenernos presentes en los inevitables días en que la soledad nos visita para poder decir "no estoy sola, me tengo a mí".

Pero también significa aceptar que somos humanas y que tendremos días en que olvidemos lo mucho que nos queremos. Pero, a veces, basta con abrir una botella de vino o una caja de bombones, poner una ópera en el reproductor de cedés, leer un libro de poemas, o caminar a buen paso durante dos horas para reconciliarnos con nuestro yo más auténtico.

Venga, haced un esfuerzo y quereos mucho. Es duro al principio pero merece la pena.