Llevo demasiado tiempo aburriéndome en mi trabajo y no porque no haya nada que hacer sino porque siento que ya no me aporta nada y porque cada vez soporto menos a la gente con la que tengo que compartir tiempo y espacio durante más de siete horas diarias.
Por eso, y tras la alegría inicial de saber que por fin me voy a poder jubilar a los sesenta y cinco años-ya sólo me quedan diecinueve-, me he decidido a prepararme unas oposiciones a las Cortes de Aragón a ver si cambio de aires.
Mientras tanto y ante la posibilidad de no aprobar, estoy haciendo todo lo posible para que el hecho de ir a trabajar se convierta para mí en algo circunstancial como lo es el salir a hacer un recado, tener que preparar la comida o ir al baño.
Me levanto temprano para desayunar tranquilamente, realizo alguna tarea doméstica, leo la prensa y hago alguna cosa que me guste. Para las tardes, procuro tener pensado de antemano algún plan que me apetezca, aunque ahora dedique casi todo el tiempo a estudiar.
El resultado es que ya no me levanto con pena pensando que tengo que ir al curro y me cambia hasta la cara en el momento en que ficho la salida.
A veces, sólo es necesario un poquito de esfuerzo para crear momentos felices.
Por eso, y tras la alegría inicial de saber que por fin me voy a poder jubilar a los sesenta y cinco años-ya sólo me quedan diecinueve-, me he decidido a prepararme unas oposiciones a las Cortes de Aragón a ver si cambio de aires.
Mientras tanto y ante la posibilidad de no aprobar, estoy haciendo todo lo posible para que el hecho de ir a trabajar se convierta para mí en algo circunstancial como lo es el salir a hacer un recado, tener que preparar la comida o ir al baño.
Me levanto temprano para desayunar tranquilamente, realizo alguna tarea doméstica, leo la prensa y hago alguna cosa que me guste. Para las tardes, procuro tener pensado de antemano algún plan que me apetezca, aunque ahora dedique casi todo el tiempo a estudiar.
El resultado es que ya no me levanto con pena pensando que tengo que ir al curro y me cambia hasta la cara en el momento en que ficho la salida.
A veces, sólo es necesario un poquito de esfuerzo para crear momentos felices.