miércoles, 16 de febrero de 2011

ALGO CIRCUNSTANCIAL

Llevo demasiado tiempo aburriéndome en mi trabajo y no porque no haya nada que hacer sino porque siento que ya no me aporta nada y porque cada vez soporto menos a la gente con la que tengo que compartir tiempo y espacio durante más de siete horas diarias.

Por eso, y tras la alegría inicial de saber que por fin me voy a poder jubilar a los sesenta y cinco años-ya sólo me quedan diecinueve-, me he decidido a prepararme unas oposiciones a las Cortes de Aragón a ver si cambio de aires.

Mientras tanto y ante la posibilidad de no aprobar, estoy haciendo todo lo posible para que el hecho de ir a trabajar se convierta para mí en algo circunstancial como lo es el salir a hacer un recado, tener que preparar la comida o ir al baño.

Me levanto temprano para desayunar tranquilamente, realizo alguna tarea doméstica, leo la prensa y hago alguna cosa que me guste. Para las tardes, procuro tener pensado de antemano algún plan que me apetezca, aunque ahora dedique casi todo el tiempo a estudiar.

El resultado es que ya no me levanto con pena pensando que tengo que ir al curro y me cambia hasta la cara en el momento en que ficho la salida.

A veces, sólo es necesario un poquito de esfuerzo para crear momentos felices.

viernes, 4 de febrero de 2011

CHAMARILEANDO

Salgo de nuevo a la busca de ideas y vuelvo cargada de aromas, imágenes, colores, impresiones, sonidos, experiencias, conversaciones...

No quiero perderme nada porque todo me sirve. Habrá que limpiar muchas cosas, arreglar algunas, pero todas se aprovechan, ninguna se tira.

Lo que no tengo son problemas de espacio: aún queda un vacío lo suficientemente grande.

jueves, 3 de febrero de 2011

UN ANTOJO

De repente, siento ganas de que sea primavera, de sentir el sol mientras paseo por la isla pequeña*, de sentarme en una terraza a saborear una copa de helado de tres chocolates de Berthillon mientras escucho a un acordeonista callejero arrancarse por Piazzola, de perderme tras mis gafas oscuras con mi plano y mi cámara de guiri.

Me apetece que se haga de noche, que saquen las mesas a la calle y cenar una baguette de queso con una copa de vino mientras escucho en la mesa de al lado una imaginaria conversación entre Georges Moustaki y cualquiera de sus vecinos.

Se me antoja pasear por Saint Louise en l'Île y perderme en mi pequeño paraíso bohemio.
(*) Isla de Saint Louis, París.