Hoy es de esos días en los que me siento como si tuviera una guindilla metida por el culo. No puedo parar quieta y las ideas se me amontonan en la cabeza pugnando por salir sin orden ni concierto. "¡A mí! ¡A mí" parecen gritarme cada vez que cojo un folio para anotar algo con la intención de escribir sobre ello.
Termino de leer Sputnik, mi amor e indefectiblemente mi vista se va a la pila de libros pendientes para leer. Miro la prensa y me sigo cabreando sobre el tratamiento que los medios le han dado al plante de controladores aéreos, lo cual me lleva a buscar alguna cita de Gramsci o de Chomsky y recuerdo que tengo que regalarme Armas silenciosas para guerras tranquilas. Entro en Facebook y me encuentro la reseña que Cris ha hecho sobre No te supe perder y decido que me lo voy a regalar también. Mi pila de libros vuelve a mirarme de forma acusadora. Sí, ya sé que necesitaría tres meses leyendo a full time para hacerla desaparecer.
Carlos me avisa de que empieza a llover y me levanto corriendo a recoger la ropa del tendedero. Apenas deja de llover en todo el día y, por la tarde, miro distraidamente por la ventana para caer en la cuenta de que es domingo y como todas las tardes de domingo me sientan tan mal, especialmente si llueve, me entra el ataque de melancolía y me da por buscar canciones nostálgicas en Youtube. No estaría mal escribir algo sobre la nostalgia y los recuerdos de tiempos felices de caramelo así que saco un folio nuevo y me pongo a ello.
Me levanto para ir al baño y Carlos aprovecha para quitarme el ordenador, así que decido ponerme a fregar los cacharros mientras pienso que debería comprarle un portátil para él solo y así poder tener de una vez mi propio espacio para escribir. De repente, me vienen a la cabeza los dos relatos en los que estoy trabajando y que suponen todo un reto para mí: mi primer relato largo que ya casi está terminado y un relato corto en el que también por primera vez voy a utilizar el recurso de la metaliteratura y que, sin embargo, se me está atascando un poco.
Vuelvo a poner música y escucho a Paco de Lucía. Suena En La Caleta y recuerdo un power point que hice hace un año con fotos de esa playa para ilustrar mi poema Mar de cerca. Pienso que estaría bien aprovechar este puente para salir a hacer fotografías con vistas a preparar algún álbum bonito o, simplemente, colgarlas en Mistress of Puppets que lo tengo muerto de risa. Pero, ¿qué coño?, si tengo aún por editar las fotos que hice en Santander y Liérganes y las que saqué la última vez que estuve en Cádiz...
Frío unas empanadillas para Carlos y éste, por fin, me deja el ordenador libre. Abro el correo mientras tarareo Wherever I may roam y tomo nota de un par de actividades culturales que hay esta semana en Zaragoza. Veo que tengo un par de mensajes en el feis y cuando los leo y respondo comienzo a mirar las entradas que han hecho mis amistades. Me encuentro el juego de Entrevista a tus amigos y me pongo a hacer el chorras con él durante un rato hasta que una de sus preguntas me hace recordar que es tardísimo y que aún no he cenado.
En fin, si tengo que resumir el día de alguna forma, todo se reduce a un cansancio infinito, un cenicero lleno de colillas y un montón de folios esparcidos por el suelo para, al final, haber escrito esta mierda de entrada. Aunque, bien mirado, si tengo en cuenta la poca atención que reciben mis blogs últimamente, tampoco me ha quedado tan mal.
Termino de leer Sputnik, mi amor e indefectiblemente mi vista se va a la pila de libros pendientes para leer. Miro la prensa y me sigo cabreando sobre el tratamiento que los medios le han dado al plante de controladores aéreos, lo cual me lleva a buscar alguna cita de Gramsci o de Chomsky y recuerdo que tengo que regalarme Armas silenciosas para guerras tranquilas. Entro en Facebook y me encuentro la reseña que Cris ha hecho sobre No te supe perder y decido que me lo voy a regalar también. Mi pila de libros vuelve a mirarme de forma acusadora. Sí, ya sé que necesitaría tres meses leyendo a full time para hacerla desaparecer.
Carlos me avisa de que empieza a llover y me levanto corriendo a recoger la ropa del tendedero. Apenas deja de llover en todo el día y, por la tarde, miro distraidamente por la ventana para caer en la cuenta de que es domingo y como todas las tardes de domingo me sientan tan mal, especialmente si llueve, me entra el ataque de melancolía y me da por buscar canciones nostálgicas en Youtube. No estaría mal escribir algo sobre la nostalgia y los recuerdos de tiempos felices de caramelo así que saco un folio nuevo y me pongo a ello.
Me levanto para ir al baño y Carlos aprovecha para quitarme el ordenador, así que decido ponerme a fregar los cacharros mientras pienso que debería comprarle un portátil para él solo y así poder tener de una vez mi propio espacio para escribir. De repente, me vienen a la cabeza los dos relatos en los que estoy trabajando y que suponen todo un reto para mí: mi primer relato largo que ya casi está terminado y un relato corto en el que también por primera vez voy a utilizar el recurso de la metaliteratura y que, sin embargo, se me está atascando un poco.
Vuelvo a poner música y escucho a Paco de Lucía. Suena En La Caleta y recuerdo un power point que hice hace un año con fotos de esa playa para ilustrar mi poema Mar de cerca. Pienso que estaría bien aprovechar este puente para salir a hacer fotografías con vistas a preparar algún álbum bonito o, simplemente, colgarlas en Mistress of Puppets que lo tengo muerto de risa. Pero, ¿qué coño?, si tengo aún por editar las fotos que hice en Santander y Liérganes y las que saqué la última vez que estuve en Cádiz...
Frío unas empanadillas para Carlos y éste, por fin, me deja el ordenador libre. Abro el correo mientras tarareo Wherever I may roam y tomo nota de un par de actividades culturales que hay esta semana en Zaragoza. Veo que tengo un par de mensajes en el feis y cuando los leo y respondo comienzo a mirar las entradas que han hecho mis amistades. Me encuentro el juego de Entrevista a tus amigos y me pongo a hacer el chorras con él durante un rato hasta que una de sus preguntas me hace recordar que es tardísimo y que aún no he cenado.
En fin, si tengo que resumir el día de alguna forma, todo se reduce a un cansancio infinito, un cenicero lleno de colillas y un montón de folios esparcidos por el suelo para, al final, haber escrito esta mierda de entrada. Aunque, bien mirado, si tengo en cuenta la poca atención que reciben mis blogs últimamente, tampoco me ha quedado tan mal.
4 comentarios:
No, mujer, no te ha quedado nada mal :)
A través de Cris di con tu blog... y a llevarme la grata sorpresa de que mi novela, No te supe perder, va a estar pronto entre tu pila de libros por leer... Ya tienes un nuevo seguidor
Un beso,
Salva
Gracias, Salvador. Bienvenido a mi blog. :)
Muy buen post.
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