Recordaba ahora mismo a una antigua compañera de trabajo que, resentida porque hacía años que su marido la había cambiado por otra más joven, se pasaba el día echando pestes sobre los hombres en general y presumía de un hembrismo que, incluso a mí que soy feminista declarada, me parecía sonrojante. Pero lo más chocante es que esta mujer era la misma que se quejaba de que, cuando viajaba, ningún hombre desconocido le ayudase a llevar las maletas, y afirmaba que siempre había que buscar un hombre que tuviese más dinero que una misma para que nos pudiesen comprar cosas y llevarnos a cenar a sitios caros.
Tampoco se me hace extraño oír, tanto a hombres como a mujeres, que, "con todo ese rollo de la igualdad", se han perdido detalles como que los hombres nos compren flores o nos cedan el asiento, ni que, cada vez que una compañera de trabajo necesita ayuda para mover algo pesado llame siempre a un hombre.
Sin embargo, yo decidí vivir la igualdad como lo que realmente es: considerar las cualidades y el potencial de las personas con independencia de su sexo y ése es el motivo por el que no pido ayuda a un hombre sólo porque sea un hombre ni le doy la razón a una mujer sólo porque sea una mujer.
Si no sé hacer algo, pregunto y aprendo; si me apetece cenar fuera o tengo algún capricho, me lo pago de mi bolsillo que para eso gano un buen sueldo y, para cuando viajo, tengo una hermosa maleta con ruedas.
No sé si con mi actitud me estoy perdiendo algo bueno, pero la sensación de libertad que me da el poder actuar por mí misma vale demasiado como para intentar salir de dudas.
Por cierto, al señor de la viñeta yo le contestaría: las mujeres deberíamos cobrar más por todo lo que nos tenemos que gastar para mantener un físico que os haga querer comprarnos flores.
Tampoco se me hace extraño oír, tanto a hombres como a mujeres, que, "con todo ese rollo de la igualdad", se han perdido detalles como que los hombres nos compren flores o nos cedan el asiento, ni que, cada vez que una compañera de trabajo necesita ayuda para mover algo pesado llame siempre a un hombre.
Sin embargo, yo decidí vivir la igualdad como lo que realmente es: considerar las cualidades y el potencial de las personas con independencia de su sexo y ése es el motivo por el que no pido ayuda a un hombre sólo porque sea un hombre ni le doy la razón a una mujer sólo porque sea una mujer.
Si no sé hacer algo, pregunto y aprendo; si me apetece cenar fuera o tengo algún capricho, me lo pago de mi bolsillo que para eso gano un buen sueldo y, para cuando viajo, tengo una hermosa maleta con ruedas.
No sé si con mi actitud me estoy perdiendo algo bueno, pero la sensación de libertad que me da el poder actuar por mí misma vale demasiado como para intentar salir de dudas.
Por cierto, al señor de la viñeta yo le contestaría: las mujeres deberíamos cobrar más por todo lo que nos tenemos que gastar para mantener un físico que os haga querer comprarnos flores.
6 comentarios:
Esta entrada me recuerda a una frase que pronunció la ministra de Igualdad hace unos días. Dijo algo así como que a ella le gustaba la caballerosidad, independientemente de su feminismo. "Caballerosidad", palabra antigua donde las haya, que espero caiga pronto en desuso.
Pues bien, creo que la independencia es lo mejor que le puede pasar no sólo a las mujeres sino a cualquier ser humano. Valerse tan sólo de si mismo para vivir es lo más importante, sin esperar flores de nadie. Y menos de un "caballero".
Bueno, un beso ;)
A mí me gusta que las personas me traten tan bien como yo las trataría a ellas independientemente de que sean hombres o mujeres. Ni más ni menos. Creo que eso no tiene que ver ni con el feminismo ni con ningún concepto tan trasnochado como el de la caballerosidad.
Aprovecho para agradecer tus visitas y comentarios a mi blog. No haberlo hecho antes, no significa que no los haya apreciado.
Un abrazo.
Querida frantic, he andado un poco perdida. Hoy vuelvo a tu blog y leo y releo tu convalecencia, tu cansancio..."noches insomnes" "miedo a perder la lucidez" "paciencia..." "lágrimas". Sólo te diré que yo también. El sufrimiento es denso aunque las causas no coincidan. "Ahora estoy cansada". Ahora estoy cansada. Creo que llega la primavera. Un beso.
Pero no termino de comprender que la igualdad signifique la pérdida de los detalles.
Si salgo a la vez que un hombre, por la misma puerta y me cede el paso, lo acepto y le sonrío. Igual que si yo cedo el paso y me lo aceptan.
Si quiero invitar a alguien -también hombres- a tomar algo, a comer,..., me gusta que lo acepten. Como yo se agradecer que me inviten.
Más allá de la igualdad, también está el derecho a ser agradecido, galante, detallista. Pero desde la igualdad.
Y si voy a mover un mueble, puede que llame a un hombre. Si, seguramente porque es más fuerte que yo. No para que me proteja del mueble. Es física pura, necesito fuerza. si a mi lado hay una mujer le pido que arrime el hombro también.
La igualdad es en el trato, el respeto, en las mismas posibilidades.
El médico del centro, con el cual me llevo estupendamente, me pidió que le ayudara con un mueble de la biblioteca. Lógico, soy más fuerte que los dos yogures de enfermeros que tiene igual de cerca. ¿es el médico feminista o práctico?
A eso me refiero, Lunares: en no considerar el sexo de la persona a la que pides ayuda o con la que tienes un detalle, no hacer una cosa u otra porque se trate de un hombre o de una mujer.
Claro que la igualdad no es la pérdida de los detalles. En realidad, debería ser su multiplicación por dos, que cualquier persona enamorada fuera feliz regalando flores o bombones o perfumes o recibiéndolos.
La posibilidad de sentarte en el autobús cuando vas agotado o cuando llevas la pierna escayolada, seas chico o chica, y la de levantarte cuando ves a alguien cargado, mayor o con el problema que sea sea chica o chico.
En definitiva, viva la buena educación, viva las sorpresas y los detalles. Y viva la igualdad, que yo también quiero :)
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