martes, 26 de mayo de 2009

LÁGRIMAS QUE CAEN

¡Qué extraña es la sensación de estar viviendo cada día por última vez! Me acostumbré a vivir el momento cuando superé aquel cáncer de mama pero, no sé si es por mis actuales problemas en el trabajo o porque quizás éste sea el principio de un nuevo ciclo en mi vida, últimamente tengo en la boca del estómago un extraño sabor a despedida.

De repente, me sorprendo observando, desde mi ventana, los balcones del vecindario como si fuera la primera vez. Siento que necesito releer antiguas entradas, hacer limpieza y tirar todo lo que me sobra. Las lágrimas llegan cuando escucho, desde mi casa, a unos niños en el parque coreando “tengo un caramelo, tengo un caramelo” o cuando leo la hermosa dedicatoria que Pon le hace en su blog a Oveja Rosa (que en paz descanse). Voy soltando lastre y cada vez vuelo más ligera pero no puedo evitar el sentimiento de tristeza que me invade, como si me estuviera despidiendo de todo, como si cada despertar fuese el último, como si ya sólo me quedase la consciencia de todo lo que es efímero.

Aquí, en la cocina, sentada ante el portátil, con un colacao con galletas, sin más sonido que el tap-tap de una gota que cae del grifo del fregadero, sin más compañía que una pila llena de platos sucios, caen las lágrimas sobre mi camiseta. Quizás sean las últimas, tal vez sean el principio de una felicidad mayor.

Pero eso, hoy, aún no puedo saberlo.

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