domingo, 18 de diciembre de 2016

...Y LOS CUENTOS CAMBIARON HASTA DESAPARECER


Sólo me faltó un libro para terminar aquella maravillosa colección de Mis cuentos de hadas que empecé cuando, a final de curso, la profesora me regaló el primero por haber sacado las mejores notas de la clase, y que continué mientras ahorraba mi paga semanal para irme comprando más libros, en aquel estanco donde mi padre me mandaba por tabaco o a comprar el periódico.

Leía y releía aquellos cuentos que narraban diferentes historias, con variados personajes y ubicados en los más diversos lugares. Fue en ellos donde leí por primera vez el nombre de ciudades, que yo entonces creía totalmente inventadas, como Bagdad, Basora, Mosul y Alepo; lugares mágicos donde los cuentos sólo podían acabar bien.

Ahora me he hecho mayor, los libros fueron estropeándose tras pasar por demasiadas manos,  Bagdad, Basora, Mosul y Alepo dejaron de ser entornos de fantasía para transformarse en lugares donde el dolor, el miedo y la muerte se han convertido en una parte indisoluble del paisaje y, como los libros, han sido tan manoseados que aquellos cuentos fueron cambiando hasta desaparecer.


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