Quienes lleváis tiempo leyéndome sabéis de mi militancia en EQUO, lo cual es una de las muchas razones por las que no he votado a Podemos, el partido revelación de las últimas elecciones al Parlamento Europeo. No obstante, no he podido mantenerme al margen de todas las reacciones que, tanto en las diferentes formaciones políticas como en medios de todos los pelajes, ha suscitado la fuerte emergencia de este partido.
Dada el caracter monotemático de las publicaciones en estos dos últimos días, a mí me ha surgido una duda que cada vez me trae más de cabeza: ¿tan poco ha dado de sí la última victoria del Real Madrid como para que ahora Podemos se haya convertido en el centro de todas las miras, a fin de desviar la atención de los problemas que realmente atañen a la ciudadanía?
Llevo dos días leyendo todos los dislates que se están contando sobre Podemos y, cuando pienso que nada puede superar al último que he leído, siempre surge algún otro que supera con creces todas mis expectativas. Cuando, por ejemplo, ya creí que nada superaría la estulticia de Intereconomía con su interés por dónde compra Pablo Iglesias, me encuentro con esta sarta de despropósitos que, incluso a mí que soy una apasionada del tema masónico, me ha resultado vergonzante hasta el sonrojo.
Por cierto, ¿cuándo decís que empieza el mundial?
Llevo dos días leyendo todos los dislates que se están contando sobre Podemos y, cuando pienso que nada puede superar al último que he leído, siempre surge algún otro que supera con creces todas mis expectativas. Cuando, por ejemplo, ya creí que nada superaría la estulticia de Intereconomía con su interés por dónde compra Pablo Iglesias, me encuentro con esta sarta de despropósitos que, incluso a mí que soy una apasionada del tema masónico, me ha resultado vergonzante hasta el sonrojo.
Por cierto, ¿cuándo decís que empieza el mundial?