Empezar las vacaciones con el buen recuerdo de la charla sobre decrecimiento que Florent Marcellesi dio ayer en Zaragoza es una estupenda manera de ir preparando el barbecho que, durante estas cinco semanas, me servirá para reponer las energías perdidas durante tantos meses de exposición a tóxicos y agentes sépticos. Al menos a mí, me resulta imprescindible escuchar, de vez en cuando, una voz que me recuerde que no todo está perdido y que siempre se pueden hacer cosas, porque tanta negatividad cotidiana me acaba dejando la mente totalmente estragada.
Comienzo mi cura de desintoxicación justo cuando se cumplen veinticinco años del día en que un trocito de alma cobró vida propia y pienso que es también por él por quien tengo que seguir esforzándome por mantener limpia la parcelita de mundo que me corresponde.