lunes, 22 de agosto de 2016

VUELTA AL HOGAR

Desde siempre he asociado los taxis con los regresos a casa en días en que se hace tarde y ni encuentro autobuses ni me apetece volver andando, en finales de estancia en un hotel demasiado alejado de la estación como para ir arrastrando una maleta mientras camino, en ese último tramo desde la estación hasta mi casa porque, una vez asumido el final de las vacaciones, ya sólo quiero volver lo antes posible.

Entrar en un taxi es para mí sentirme acompañada y protegida mientras atisbo fragmentos de vida a través de un cristal, disfruto la música que pueda estar sonando y rememoro todo lo que he dejado atrás. A veces, recreo las sensaciones de los últimos días, otras he ocultado mis lágrimas detrás de unas gafas oscuras e, incluso, en alguna ocasión me he sentido fugitiva al salir de una casa a la que juré no volver.

Pero yo me quedo con esa sensación de cálida acogida que me acompaña de vuelta al hogar.


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