Hoy las redes se hacen eco de un redondo aniversario de la muerte de Cecilia y, de repente, me veo con cuarenta años menos al volver a ser esa niña que se refugiaba en el estanco de Biescas a leer revistas y tebeos durante las vacaciones.. Regresan a mi memoria los interminables viajes de ocho horas durante la noche, la antigua carretera que bordeaba las montañas, el puerto de Monrepós, la cara de Juana que siempre estaba apostada en la puerta de su casa esperando a que llegáramos, los paseos en La Conchada, los batidos de chocolate con mi abuela en la terraza, el zumo que le llevaba a su trabajo en el hotel, las mañanas de piscina en el "Ratiecho" y los coches de choque durante la feria.
Cuarenta años han pasado desde que leí la noticia en el estanco de aquel pueblo que no era el mío pero míos son los recuerdos que hoy han querido volver al presente después de tanto tiempo.
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