He de confesar, en un sano ejercicio de autocrítica, que personifico el refrán "quien mucho abarca, poco aprieta" con más frecuencia de lo que realmente desearía y es que, cuando la que aquí escribe tiene una insaciable curiosidad omnímoda y un visceral afán de inmersión en los temas que en ese momento le obsesionan, es inevitable que haya asuntos que, muy a su pesar, pasen más o menos desapercibidos a su atención.
Un ejemplo palmario, que es el verdadero origen de esta entrada, es el anuncio oficial que Rafael Correa, presidente de Ecuador, hizo el pasado 19 de agosto de su decisión de extraer petróleo en el territorio amazónico Yasuní-ITT (Ishpingo-Tambococha-Tiputini), al no haber conseguido "una compensación económica internacional a cambio de mantener el crudo bajo tierra".
Reconozco que estoy enfadada conmigo misma por haber pasado por alto esta noticia, a mi juicio importante ya que atañe a mi compromiso personal con la protección del entorno y la defensa de los derechos humanos. Sin embargo, mi indignación aumenta cuando, al intentar documentarme para ampliar información, descubro la escasa atención mediática internacional que se ha dedicado a este anuncio así como las tibias, por no decir inexistentes, reacciones que ha suscitado en el mismo ámbito. Medios digitales ajenos a los clásicos de mayor alcance, e iniciativas locales son parte de las escasas fuentes que he podido encontrar para documentar esta entrada cuya única pretensión es recordar que la solución de los problemas del mundo empieza por el conocimiento de los mismos.
Para bien o para mal, no todo son bloques de hormigón inglés en Gibraltar, millonarias muertas por ictus o delegadas del gobierno que se descorromoñan con la moto.
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