Conocí a ambas hace poco más de diez años, por la misma época y a través del mismo medio. Hoy, mientras celebro que una de ellas se ha comprometido con la persona que ama, no puedo dejar de llorar porque la otra ya no va a estar más.
A veces, la vida tiene una forma muy cabrona de recordarnos que sólo somos polvo y aire.
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