Me crucé contigo un domingo en la calle Plateros, te reconocí en seguida mientras caminabas atendiendo a las explicaciones de algún amigo que te contaba historias sobre Jerez de la Frontera pero no sabría decir cuántas personas más te acompañaban. Sólo recuerdo tu vestido negro, tu rostro inconfundible después de haberlo visto tantas veces en los medios reclamando una justicia que nunca te devolverá lo más querido, tu expresión triste como sólo puede estarlo la de quien asume que la vida sigue aunque no sepa cómo.
No sabe igual el dolor cuando sólo se imagina, no huele la rabia de la misma manera cuando sólo es una ira delegada y no impresionan las huellas de la tristeza tanto como cuando una se cruza con ellas por la calle.
Hoy, trece años después, sólo recuerdo tu rostro de madre muerta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario