Por más que lo intento, no logro entender por qué, para criticar o mostrar desacuerdo con los actos u opiniones de una mujer, se reduce todo a calificar su aspecto físico llamándola fea o su conducta sexual llamándola puta. Ejemplos palmarios son los de ciertos sindicalistas, que dicen apoyar a los imputados por los falsos ERE e insultan de esta manera a la jueza que lleva el caso, y los de comentaristas que acabo de leer en Facebook metiéndose con la cara de la primera dama de Uganda cuando lo verdaderamente criticable son sus recientes declaraciones homófobas.
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