jueves, 12 de septiembre de 2013

I ARA, QUÈ?

Independientemente de las diversas opiniones que  merezcan los motivos y razonamientos por los que se ha convocado un evento tal como la Via Catalana, no se puede dejar de reconocer que el poder de dicha convocatoria haya tocado todas las sensibilidades hasta el punto de merecer  las portadas de casi toda la prensa de información general de hoy.

No voy a entrar en la valoración del éxito o fracaso de la convocatoria, para eso ya están las diversas fuentes que nos machacarán con sus nunca coincidentes respectivos datos; sin embargo, cuando se trata de un hecho cuya atención mediática al día siguiente es similar a la suscitada por, pongamos un ejemplo, el nombramiento de Tokio como ciudad olímpica en detrimento de la candidatura madrileña, se me ocurren distintas lecturas.

¿Hemos otorgado, esta vez, a la ciudadanía catalana el papel de cortina de humo para despistarnos de otros temas que atañen al resto de la vida social y política? ¿Realmente la clase política, como ama y señora de la voz de los medios, se siente tan estorbada por esta convocatoria como para arremeter contra ella? ¿Podemos emocionarnos, una vez más, ante la actitud de una ciudadanía que se ha echado a la calle para reivindicar sus derechos tal y como hicimos en aquellas primeras manifestaciones del 15-M del cual ahora sólo queda el olor a pólvora quemada tras los fuegos de artificio?

En todo caso, todas estas dudas son resumidas magistralmente por una querida amiga facebooker cuyas palabras sirven de título a esta entrada. Y ahora, ¿qué?

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